Busca, cada día, un momento de paz y de silencio. La fe, aunque sea celebrada, conviene cuidarla personalmente.
Participa activamente en algún movimiento o grupo de la parroquia. La fe se vive mejor cuando se contrasta.
Interésate por  tu lugar dentro de la parroquia. Siempre hay un sitio libre para una idea y para alguien que la lleve a cabo.
Fórmate en tus principios cristianos, a través de la participación en cada una de las actividades formativas-reflexivas que a lo largo del año se ofrecerán en nuestras parroquias. Formémonos para dar razones de nuestra esperanza.
No te pierdas la Eucaristía dominical y participa activamente en ella como lector, animador del canto… y, si puedes, márcate algún día entre semana para no perder el hilo conductor de la Palabra de Dios.
Desempolva la Biblia. La Sagrada Escritura es Palabra salvadora ¿Dónde la tienes guardada? ¿La utilizas o quedó en un adorno?
Preocúpate de las carencias de los que viven alrededor. La parroquia es una casa donde siempre hay necesidades y la caridad nos urge.
Coge gusto por la oración. Necesitamos el encuentro personal con Aquel que sabemos que nos ama.
Ama a la Iglesia, la Parroquia. ¿Que tiene defectos? ¡Por supuesto! Si no los tuviera, tú quizá tampoco tendrías cabida en ella. Si, por el contrario, tú eres mejor…ella ya será un poco más santa.
Involúcrate en la dimensión social de la parroquia. Cáritas, Manos Unidas, Catequesis o cualquier movimiento destinado a los más pobres, te lo agradecerán.
Si eres joven, pregunta por las posibilidades de incorporarte en algún movimiento juvenil. Pregunta en qué puedes involucrarte. Tu parroquia no es solo cosa de los niños y de las personas mayores. Tú también tienes un lugar y si no lo hay: ¡proponlo!
La Parroquia os necesita. Uníos  a los que con vosotros formamos esta familia de los hijos de Dios. Informaos. Preguntad. Pensad dónde, cómo y en qué podéis poner vuestra parte.
Os presentamos ahora un panorama de la acción pastoral que juntos queremos construir con la gracia de Dios durante este año 2014 y que como veréis se hace más fecundo e ilusionante cuando es obra de muchos y uno sólo nos une: Jesucristo.